miércoles, 25 de julio de 2007

Recuerdos

El sonido del mar.
El ir y venir de las olas resuena en cada una de nuestras células. Es un sonido primordial, grabado en nuestro ADN más antiguo.
El 75% de nuestro cuerpo, liquido también , se estremece al escuchar a sus hermanas mayores estrellarse contra la orilla.

Hay otra sensación muy intima, no sé si tan antigua, pero sí mas humana , y es la sensación de soledad. Dicen algunas filosofías que cuando la mónada se desprende de Dios para comenzar su camino en la evolución, siente tan gran dolor que éste le acompañará durante toda la eternidad, impulsandola inconsciente en una búsqueda de la unidad con el Ser del que se desprendió.

Este dolor se representa en la mayoria de nosotros como un niño/a perdido que clama atención.
Solo reconociendonos en él podemos comenzar la búsqueda.
Hasta no descender de los peldaños del orgullo, la vanidad, la presunción y quedarnos solos y desnudos en ese rincón de nuestra alma donde todo empieza.

Solo desde alli el crecimiento es posible, más corremos el riesgo de, al igual que Peter Pan, no querer crecer, habituarnos a que una y otra vez nos saquen de apuros, a que sean otros los que luchen por nosotros, ser eternamente niños bajo la tutela de los demás.

Solo hay un adulto que puede guiar a mi niño interior... y ese adulto soy yo.

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