miércoles, 25 de junio de 2008

Hoy es tiempo de sentir


Hoy es tiempo de sentir,
De dejar el ayer
De no pensar en el mañana,
De vivir el momento, el siguiente espera su turno.

Hoy es tiempo de reir,
De no sufrir innecesariamente,
De no ceder nuestro poder,
De no cejar en el empeño por aprender.

Hoy es tiempo de vivir,
De caminar sin afán,
De mirar el vuelo de una mariposa y un colibrí,
De sembrar y cosechar.

Hoy es tiempo de mirar,
De observar, de captar, de transmitir,
Que nuestros ojos reflejen el alma
No enmascararla.

Hoy es tiempo de besar,
A nuestros hijos, padres, hermanos,
De besar con el alma
A nuestros amigos cercanos y lejanos.

Hoy es tiempo de aprender,
De convertir errores en lecciones,
De convertir lecciones en experiencias,
De compartir esas experiencias.

Hoy es tiempo de amar,
De expresar, no de contener,
De dar, no de pedir,
De entregar, y estar prestos a recibir.

Hoy es tiempo de valorar
Cada momento es un regalo
Cada hora, es un paso
Cada día es una meta a lograr.

Aprender que el tiempo
Es etéreo, es eterno
Nuestra mortalidad es la que lo marca,
Y lo que hagamos y sintamos hoy,
Es lo que hará que el mañana sea una esperanza.
_________________

Junto al Río


Algunas tardes de domingo, en aquellos meses calurosos en Antioquia, las monjitas preparaban un “paseo de Río”. El plan, ir al Río Grande, en un pueblo llamado EntreRios, ubicado en Antioquia, precisamene en la confluencia de dos Ríos, allí, había un lugar muy sabroso para pasear, con una pequeña playa y donde nadar, jugar, y cocinar.

Bien temprano, al despuntar el alba, preparabamos todo, los fondos, ollas muy grandes, me encantaba pararme al lado jeje, era del mismo tamaño ¡¡¡ Alistabamos alijos con cuchillos, platos, y otras ollas, trajes de baño, y a caminar, sin nada más. Era bastante lejos, pero andando, siempre encontrabamos algún camión viejo que nos llevaba lo más cerca posible, y al llegar al pueblo, de finca en finca, de casa en casa ibamos llenando la olla: papas, plátanos verdes, cebollas, tomates, ajos, yerbas de adobo, achiote, zanahorias, yuca, y gallinas.... había, eso sí, que corretearlas primero, hasta darles buen alcance y llevarlas bajo el brazo, de eso me encargaba yo. De llevarlas, abrazadas.

Ya hacia media mañana llegabamos a la playita, había un viejo árbol cuyas ramas muy largas y gruesas, servían de refujio, allí armabamos toldo donde cambiarnos para meternos en el muy pero muy frío río. En ese entonces, pues con 10 u 12 años, no me importaba. El placer de entrar en el agua fría, corriente, y dejarse llevar flotando por el río abajo un buen trecho, hasta un recodo, allí salía y corría por el prado de nuevo al punto del árbol, y de nuevo, a dejarme llevar, así por un par de horas. Nunca aprendí a nadar, solo a flotar, pero la sensación de sentir el agua corriendo sobre mí, era inigualble.

Mientras, las otras internas jugaban con neumáticos, balones y nadaban de un lado a otro. Se ponía un destartalado radio de pilas con música de carrilera, típica de esta región, música de cantina, de despecho, pero era fabulosa en estas mañanas soleadas.

Pronto se sentía el olor del cocido en las grandes ollas, ya habían despachado las gallinas, pelado todo el recado, y el puchero hervía y llenaba el ambiente de un delicioso olor que prometía el mejor de los cocidos al medio día.

En otra olla, hervía café de olla, vieja receta, que no podía faltar en estos paseos, agua de panela, canela, clavo de olor, sidrón, menta, café y un tizón para asentar el cuncho del café, y claro una buena dosis de aguardiente o ron, lo que se hubiese conseguido.

Salía del agua absolutamente helada, tiritando como hoja al viento, y entumida, con la brisa fría y fuerte del lugar, pero llena de esa sensación de vitalidad que solo la naturaleza deja, me cambiaba y me sentaba frente a la enorme fogata, a tomarme una taza de café, humeante, aromático, y que me calentaba como si me tomara el fuego mismo.

Luego ayudaba ha preparar el guiso, picaba la cebolla, ajos, tomates, y aliñaba, y ponía a cocerlo en los tizones rojos, hasta tomar el color brillante y vigoroso. Listo para servir el caldero rugía al fuego vivo, acomodaba las brazas, metía mas leña, la ceniza lo envolvía todo, y aliñaba el caldo.

Se comenzaba a servir, yo tomaba mi plato rebosante, el hambre era tremenda, y aún empapada, buscaba un rinconcito entre las raíces del árbol cerca del fuego, allí comenzaba a deleitar mi comida. Veía pasar el río, el sonido de las fuertes y caudalosas aguas opacaban la música, llegaban de sabrá Dios donde, perros, que se esperaban pacientemente los huesos y sobrados de la gran merienda. Apurábamos todo el caldero, yo repetía, sobre todo caldo con arroz y mucho guiso, luego, pues daba sueño, y era muy placentero dormir cerca de los rescoldos aún humeantes. El reto del grupo regresaba al río, pero en la tarde, el agua era más fría y ya no me me gustaba, además crecía, y me daba temor. Así que me quedaba cerca del fuego, a ver el paisaje, hasta que el sueño me embargaba y el rumor del río me adormecía. Ya cuando comenzaba a caer la tarde, recogíamos todo.

Marchabamos con los primeros arreboles en el cielo, el olor del humo aún en el ambiente, el cansancio del día, pero el alma refrescada, y caminando lentamente hacia la carretera con los trastos vacios. Ibamos por la orilla de la vía, yo mirando embelezada los colores dibujarse en el cielo, en el horizonte ver salir las estrellas y en el ocaso el sol jugar con las nubes y con pinceladas de colores violetas, índigos, rojizos y algún destello dorado algo tardío. Si teníamos suerte, pasaba algún camión y nos recogía, pero a veces nada. Esperabamos en algun lugar de la carretera, en una manga, a la espera de algún vehículo. El cielo se volvía negro, tachonado de estrellas, la luna, si la había, según la época la veía jugar también con las estrellas, esconderse entre las nubes a iluminarlas como linterna y formar figuras en las sombras. Escuchar los ruidos de la noche, grillos, ranas, buhos, algún gallo despistado de alguna finca cercana, y un muy disimulado rumor de hojas y el río lejano. La noche se llenaba de misterios, de una oscuridad absoluta, que solo se rompía con los destellos fugaces de las luciérnagas que parecían chíspas escapadas de la fogata. Finalmente pasaba algún coche que nos llevada de vuelta a Santa Rosa, y allí llegar aletargadas al colegio, a dejar los trastes en la cocina y a caminar pesadamente a la cama, a dormir, con esa suave sensación del agua recorriendo mi cuerpo y flotar a una inmesidad desconocida en la que perdía inconcientemene, y al día siguiente, comenzar la semana escolar, añorando el próximo paseo al río.

domingo, 22 de junio de 2008

FUEGO

Fuego

Hoy me entrego a ti

Total, rendida, sin forcejeos,

Confío en tu en la fuerza de tu calor

Para fundirme completamente en tus llamas ardientes,

Solo quiero dejar en ellas mis temores,

Arder cual papel escrito con rojo de mi sangre,

Donde dejo mis dolores y pasiones a tu poder,

Purifica mi alma cicatrizada y herida.

Entro completa al centro de la hoguera

Una vez más, nuevamente seré quemada

Pero esta vez, lo hago por mí

Esta vez, quiero curar mis heridas

Con el fuego abrasador y al salir en cenizas

Seré solo yo, sin dolores

Ni cargas pesadas que opriman mi esencia.

Fuego, tu que puedes purificarlo todo,

Envuélveme con tu rojo pasión ,

Con tu azul enfría el dolor

Y con el dorado sana y rehazme nuevamente,

Fúndeme entre tus lenguas y chispas de vida

Que fugaces saltan por doquier

Y así, libre al final

Saldré para comenzar un nuevo camino

Romperé la costra gris y negra formada en tu centro,

Y sacaré del mío, un nuevo corazón

Una nueva alma, un nuevo ser

Volveré a ti cada vez que lo vea necesario,

Volveré a arder cada vez que mi alma lo requiera,

Volveré a disolver mis dolores, mis amores y mis pasiones

Pues tú, fuego divino y creador

Eres mi mayor aliado para seguir adelante

En este camino de construir

Una nueva esperanza, una nueva ilusión,

Y sin tu ayuda, no podría dejar atrás

Lo que a mi alma ha reducido y dañado,

Lo que a mi corazón ha destruido y herido,

Lo que a mi ser ha consumido y enfermado,

Confío en tu poder para limpiar,

Para purificar y limpiar de todo lo malo,

Para darme la oportunidad, de volver

De ser y de sentir,

Sin dudas, sin temores ni tiempo

miércoles, 18 de junio de 2008

Hogueras de San Juan

Fiesta heredera de antiguas tradiciones.

Fiesta de fuego, de agua , de aire y de tierra. Fiesta en la que los vecinos echaban al fuego recuerdos, malos ratos y dias de nubes sin Sol.

Arde en la hoguera de las risas, arde en la hoguera junto al mar. Que la brisa revuelva tus cabellos, que la arena suave acaricie tus pies.

Todo al fuego purificador, con el sonido estruendoso de los petardos y el olor a polvora llenando el aire de humo. Fiesta renovadora.

Hay que hacer limpieza , las hogueras ya estan listas. Aprovecha y tira lo que no sirve ya y abrete a recibir.

Desde Alicante, con cariño para todos ... que en vuestra alma también se produzca una hoguera en la que queden reducidos a cenizas el desaliento, el malhumor y el miedo.

Que por el Fuego, Humo y Trueno, todo renazca. :-)

Brebaje de amor eterno a la luz de la luna

Tomad un hermoso caldero de unos 2000 lts de capacidad,

Llenarlo a medias con agua de manantial subterráneo,

Picar finamente brotes de la alborada,

Condimentar con rayos de luceros matutinos,

Una pizca de fulgores de estrellas nacientes,

Unas cuantas pintas de estelas de estrellas fugaces,

Añadir a gusto flores de la inocencia,

Ramitas de tolerancia,

Unas cuantas cucharadas de paciencia,

Raíces de amor eterno al antojo,

Dar color grana con el rubor de un amor naciente,

Saborizar con el dulce recuerdo del primer beso,

Entreverar todo con hilos de plata de la luna en creciente,

Fortalecer con la amistad sincera,

Verter en vasijas de cristal forjado en un corazón valiente.

Colocar sobre la hoguera de las pasiones

Encender el fuego con la energía del sol naciente,

Alimentad el hogar con vuestros sentimientos insensatos,

Recoged esas cenizas y mezcladlas con perdón y amasar suavemente,

Formar corazones nuevos, que se asarán en las brasas

Dejando una crujiente corteza de humildad y paz.

Abrazad la columna de luz que sale de vuestras almas,

Bebed cada sorbo de amor eterno

Tomad la mano de quien os acompaña,

Regalad un poco de confianza,

Tomad un poco de amistad,

Compartid la ilusión de un nuevo día,

Abrid el regalo de una sonrisa,

Guardad con celo cada abrazo recibido,

Prodigad cada mirada con amor sincero,

Recibid con humildad el dolor

Evitad devolver encono y rencor.

Permitid a vuestros ojos ver el mar

Dejad a vuestras ilusiones volar,

Remontar montañas,

Sumergirse en ríos y lagos,

Explorad planicies y valles,

Refrescarse en nevados

Reposad en los cúmulos de blancas nubes,

Andad por la vía láctea un buen trecho,

Y descubrid el derecho

Que el universo te da de vivirlo

Sin esperar nada a cambio.

sábado, 14 de junio de 2008

Pensar en tí

Hoy envuelta en el silencio
mudo de tu indiferencia,
extraño tu presencia.

Hoy consumida en mi tristeza
envuelta en mis Pensamientos
añoro tu existencia.

Ya cuando solo me quedan
los recuerdos
disfruto solo recordándote.

Ya cuando solo me queda
desearte
disfruto imaginándote.

Imaginándote e Imaginándonos
en el sublime arte
y bello sueno de estar contigo.

Hoy cuando no hay nada
que me llene
nada que me haga feliz
me queda solo pensar en ti.

Beatriz Perret Gentil

viernes, 13 de junio de 2008

Reflexion sobre las Oraciónes de petición

El famoso grupo Le luthiers dice en una de sus imperdibles frases :

Estudiar es desconfiar de la ineligencia de nuestro compañero de banco.

Dios escucha nuestros pensamientos, todos ellos. Y todos son respondidos al instante. Entendiendo con esto que se ponen en marcha las circunstancias propicias para que nuestro deseo se cumpla. Gracias a este “tiempo de retardo”, tenemos tiempo de arrepentirnos, pensar con detenimiento en nuestros deseos. Pero suele ocurrir que pedimos algo y a continuación dudamos de ser merecedores de ello, y seguimos pidiendo u orando como si las posibilidades crecieran cuanto mas chillemos, repitamos o nos demos “golpes de pecho”.

Todos nuestros pensamientos son escuchados y no solo los pensamientos, nuestros sentimientos y estados de animo, dudas, miedo, frustración, altruismo, egoismo, etc. Dios lo escucha y lo vé todo en el mismo instante en que ocurre y responde inmediatamente. Cada vez más, todas las ciencias van reconociendo el impacto que pensamientos y emociones tienen en la salud fisica y mental y cómo en el interior del ser humano tambien se produce el “efecto mariposa”… y todo comienza con un pensamiento.

Cuando desees algo, no desconfiés de Dios. Pide y se te dará. Pero hazlo con tu mente y tu corazon. Pidelo y agradece que YA se te ha concedido y luego pasa a otra cosa.

Nota: El titulo de este mensaje es intencionado, ya que también existen y quizás sean las más poderosas, las oraciones de agradecimiento por todo lo recibido, vivido y obtenido.
Gracias, gracias a todos por leer estas lineas y a Dios por permitirme escribirlas.

miércoles, 11 de junio de 2008

El Jardín de los 4 manzanos

EL JARDÍN DE LOS 4 MANZANOS

No hace mucho tiempo comencé a caminar, a alejarme del valle de los abismos, anduve cuesta abajo mucho trecho, llegué al fondo, conocí el infierno, pero luego comencé a subir, encontré la salida, a tumbos, a pasos lentos, y llegué. Pasé por el camino sobre los abismos y seguí adelante. Terminé en el mar de los silencios, remansos y reflexiones.

Encontré la compañía que me faltaba, encontré la voz que buscaba.

Ahora el camino es diferente, lleno de verdes valles, bosques frondosos, selvas vibrantes, mares de colores, cielos de celestes fulgores, hay tanto por descubrir, tanto por encontrar, tanto por aprender.

Ahora vamos juntos, a ratos en silencio, a ratos conversando mucho, descubrimos un mundo nuevo, un mundo que surge de nuestro interior y vamos pintando de colores. Vamos andando.

En el camino vemos un jardín, con cuatro enormes y frondosos manzanos, uno verde, uno amarillo, uno rojo y uno blanco. Están en cuatro esquinas diferentes, cada uno cargado, sus ramas se doblan de tanta fruta, enormes, brillantes, relucientes, bellas, se ven apetitosas. Hay una cálida brisa, un sol tibio, las aves trinan por doquier, las ardillas brincan con sus rojas colas y nos miran con sus ojos negros brillantes, parecen invitarnos a probar las manzanas. Pero cuál comer primero?

El dilema es escoger, a mí no me gustan las verdes, son ácidas, a ti te encantan, las rojas son secas, las amarillas dulces, las blancas frescas, así que, por donde comenzar? Vemos mariposas revolotear por las flores, tomando su néctar, cada una se posa en un árbol diferente, cada una tiene sus alas del color del manzano donde van. Porqué?, te pregunto, y tú dices, no cuestiones, solo observa y aprende. Escucha en tu interior, no cedas a tus prejuicios sobre los sabores, porqué cada manzana tiene un color y un sabor diferente, y una lección que entregar.

Vamos por la verde primero, la inquietud me embarga, es un sabor al que le temo, tomo una, pequeña, del racimo más cercano, las ramas parecen inclinarse para facilitarme tomar la fruta, hago una pequeña reverencia y agradezco al árbol su generosidad.

El sol está en el cenit, así que nos abrigamos bajo la sombra del árbol, con temor pruebo la manzana, está ácida, siento cómo arde mi boca, con dificultad la paso y comienzo a llorar. Me abrazas y me dices, por qué te ha hecho llorar? – la fruta, digo sollozando; -No,- me dices – la fruta no, porqué lloras? Que te ha hecho recordar su sabor?

Entonces me calmo, y vuelvo a morderla, esta vez no escose mis labios, pero sigue siendo ácida, vienen todos mis recuerdos dolorosos, se agolpan en mi garganta, veo su color, verde, ácido, el olor también, pero voy comiendo la fruta, y cada mordisco duele menos, voy entendiendo que si los paso con calma, sin temor, van cediendo, van pasando. Quedan las semillas en mi mano, pequeñas, brillantes, firmes, te pregunto, qué hago con ellas?

En esas semillas están las lecciones aprendidas, están las bases de tu fortaleza interior, guardarlas o desecharlas, es tu dedición- Así que las tomo en mis manos y las dejo en mi bolsillo, me cercioro de que queden al fondo. Una ardilla gris juguetea entre nuestros pies, tiene pequeñas flores enredadas en su pelambre, parece reirse, parece divertirse con nosotros, y nos lleva al manzano amarillo.

Este árbol tiene ramas fuertes, frutas redondas y olorosas, dulzonas, con un pequeño toque ácido, su color amarillo, casi como un limón maduro, pequeñas pecas asoman, son firmes. Están adheridas con firmeza a la rama, nuevamente el árbol me cede una, doy de nuevo las gracias. Muchas avecillas de colores se acercan, se quedan entre las ramas picoteando y cantando alegremente, pero observándonos.

Tomo la fruta y me siento en el prado, la tarde está en calma, el cielo azul, el viento juega a despeinar las nubes y a dibujar formas con ellas, me miras y esperas que muerda la manzana. La firmeza de su piel cede, y un agradable sabor inunda mis sentidos, huele, se siente, sabe a esperanza, tranquiliza mi alma inquieta, parece sedar mi corazón. Voy viendo los momentos en que me iba levantando de mis caídas, veo lo que fui aprendiendo y comencé entonces a entender que no había sido en vano el arduo caminar, que mis errores tenían una lección para aprender. Atesoré las semilla de este nuevo manzano en mi bolsillo, sus semillas, más grandes, más redondas, más brillantes.

Comienza la brisa a soplar un poco fría, el cielo se torna turquesa y el sol dibuja fulgores carmesí, el ocaso anuncia el final del día, la noche comienza a encender sus luces, brillantes y lejanos luceros, una luna pálida asoma entre las nubes que renuentes a irse, se quedan a espiarnos. El manzano rojo nos ofrece abrigo.

Su tronco parece brindarnos cobijo, sus ramas casi rozan el césped, allí nos acomodamos, y liebres y conejos, y ardillas y comadrejas, se enroscan en nuestros pies. No sentimos frío, los búhos vigilan la noche, y una manzana roja, brilla con la luz de luna, su piel parece de sangre, parece palpitar en mis manos. Pero es tan grande, que no puedo sola, la compartimos, le creía seca, pero está tan jugosa, tan dulce, y cada bocado compartido sabe mejor, nos reímos a carcajadas, no podemos contenernos, las lágrimas brotan de nuestros ojos, son cálidas, van arrastrando los dolores que van saliendo del corazón, nos dejan espacio en el alma para llenarlo de vida, de amor, de sentimientos y de ganas por seguir. Pero esta manzana, solo tiene dos semillas, unidas entre sí, no las podemos separar, así que ambos las cuidaremos, para que el día que debamos sembrarlas, puedan germinar, de separarlas, y cada uno guardar una parte, no podrán nacer. - El amor no nace solo, el amor se cultiva entre dos - nos dice el mochuelo escondido entre las ramas. “Cuidadle, y os acompañará toda la vida”. Nos dormimos abrazados, cansados, la luna se ríe a escondidas y así pasamos la noche.

El sol comienza a salir por el horizonte, a dibujar el día, los luceros se van, alegres, han jugado toda la noche, las nubes regresan a seguir su romance con la brisa.

Las hormigas laboriosas nos despiertan, anda, que ya es de día y hay que proseguir, nos queda la manzana blanca por probar. Vamos presurosos, qué nuevo sabor nos espera?

Tomamos una, blanca, casi transparente, su piel es suave, casi tornasolada con las gotas de rocío brillando con el sol, no oculta el color de la fruta, la mordemos con ansiedad, y nos llena de ilusiones. Es jugosa, refrescante, vivificante, se disipan los temores, y quedan sus semillas, muchas, pequeñas, se deslizan de las manos, cuidadosamente las recogemos todas, no queremos perderlas, y las compartimos.

Seguimos hasta el fondo del jardín, y vemos los cuatro majestuosos árboles dejando que el viento, el sol y las primeras luces de la alborada. Tomados de las manos miramos nuestras semillas, las del manzano verde, nos enseñan que el dolor deja lecciones para aprender. El amarillo, nos da esperanzas, nos ayuda a disipar temores y a vivir el momento. El rojo, el amor, nace de adentro y se comparte, sin egoísmos y sin prebendas, está dentro de cada uno, y su semilla crece cuando se comparte. El blanco, las ilusiones, cientos de ellas, para seguir adelante.

Salimos del jardín de los cuatro manzanos. No sabemos que nos depara el futuro y no importa, allí están esperando por nosotros cientos de caminos nuevos por andar, llevamos las semillas del pasado y caminamos en el presente. Seguros de estar juntos, y que lo que vamos cosechando y las semillas que llevamos, serán para quienes nos acompañan el tesoro que les podremos dejar.

lunes, 2 de junio de 2008

por Rudyard Kipling

IF...

por Rudyard Kipling


Si la obra de tu vida puedes ver destrozada
y sin decir palabra, volverla a comenzar;
o perder en un día la ganancia de ciento
sin un gesto ni un suspiro...


Si puedes ser amante y no estar loco de amor,
si consigues ser fuerte sin dejar de ser tierno,
y sintiéndote odiado, sin odiar a tu vez,
luchar y defenderte...


Si puedes soportar que falseen tus palabras
los pícaros para excitar a los tontos:
y oir cómo sus lenguas falaces te calumnian
sin que tú mismo mientas...


Si puedes seguir digno aunque seas popular;
si consigues ser pueblo y dar consejo a los reyes;
y a todos tus amigos amar como a un hermano
sin que ninguno te absorba...


Si sabes meditar, observar, conocer,
sin llegar a ser nunca destructor o escéptico;
soñar, mas no dejar que el sueño te domine;
pensar, sin ser sólo un pensador...


Si puedes ser severo sin llegar a la cólera;
si puedes ser audaz sin pecar de imprudente;
si consigues ser bueno y logras ser un sabio
sin ser moral ni pedante...


Si alcanzas el triunfo después de la derrota
y acoges con igual calma esas dos mentiras;
si puedes conservar tu valor, tu cabeza
cuando la pierdan otros...


Entonces, los Reyes, los Dioses, la Suerte y la Victoria
serán ya para siempre tus sumisos esclavos
y, lo que vale más que la Gloria y los Reyes:
serás Hombre, hijo mío.